A partir del segundo trimestre de gestación nos despiertan, por las mañanas, unos dolorosos calambres en las piernas que, aunque son naturales, resultan ser de lo más molestos. Además, suelen aumentar a medida que ganamos peso y a partir del tercer trimestre aparecen incluso con más frecuencia. Los calambres en el embarazo se suelen notar más por la noche, aunque pueden presentarse a cualquier hora del día.
Nadie puede decir exactamente cual es la causa que los produce, pero generalmente se atribuye a la gran sobrecarga de trabajo de todo nuestro sistema músculo-esquelético. También hay quien atribuye estos dolores a la falta de calcio y potasio o incluso a un exceso de fósforo.
Normalmente los calambres en el embarazo se presentan en la zona posterior baja de la pelvis, concentrándose el dolor en la parte posterior de los muslos. También, a partir del tercer trimestre afectan a los gemelos y el dolor puede persistir durante horas.
Podemos intentar prevenir los calambres en el embarazo y mantenerlos a raya con algunos truquitos:
- Intentar sentarse y/o tumbarse en una postura correcta evitando cruzar las piernas.
- Hacer ejercicios suaves de estiramientos de los músculos de las pantorrillas antes de irse a dormir y varias veces durante el día. También ayuda mucho hacer ejercicios rotatorios con los tobillos y los pies mientras se está sentada.
- El ejercicio va muy bien, salir a pasear cada día, la gimnasia acuática, la esferodinamia, la danza del vientre, o el yoga para embarazadas.
- Una no debe cansarse. Y cuanto más relajadas mejor, así que se recomienda darse un baño de agua tibia antes de acostarse.
- Al acostarse es mejor hacerlo sobre el lado izquierdo ayudando a nuestro sistema circulatorio.
- Beber mucha agua manteniéndonos hidratadas.
No olvides cuando vayas al ginecólogo comentárselo porque si él lo cree conveniente podría recetarte algún suplemento de calcio, magnesio y/o vitaminas prenatales.
Ante un calambre, la mejor forma de aliviar el músculo y hacer que desaparezca es estirar de inmediato el músculo en sentido contrario a la contracción, eso calma el espasmo y hace desaparecer el dolor gradualmente. Un buen masaje en el músculo afectado o caminar unos minutos también ayudan.
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Foto | Leah-Anne Thompson